jueves, 22 de octubre de 2015



Exactamente dentro de una semana tendremos la grata visita de Carlos Dante Ferrari, el escritor de la obra que ya va por su quinta edición, de la cual tenemos la dicha de contar con dos ejemplares.

Comparto con ustedes  el primer párrafo de esta obra atrapante...

" Con el nombre heredado de los arboles que alguna vez resignaron su verticalidad para darle figura de navío en un astillero de Aberdeen, el Mimosa, según lo bautizan grandes letras pintadas en los flancos, flota ahora en la inmensidad del Atlántico como un madero frágil librado a su suerte..."

lunes, 2 de diciembre de 2013

También música para inspirarnos...

Más de esta sabia escritora Doris Lessing

Doris Lessing Clip

Fragmento del discurso de Doris Lessing En homenaje a esta grandiosa escritora

La Palabra...

"Yo he escrito para hacer escribir a otros."
Gabriela Mistral.


Contantos que leíste, que escribiste, que te gustaria leer...

Mirá la propuesta que llevo a cabo la Profesora Olga Starzak en nuestra biblio

MI DESEO



Mil grullas de Elsa Bornemann. En No somos irrompibles(12 cuentos de chicos enamorados),
Buenos Aires, Alfaguara.
Aguilar, Altea, Taurus, Alfaguara S.A.
© Elsa Bornemann

MIL GRULLAS
ELSA BORNEMANN

Comienza asi...

Naomi Watanabe y Toshiro Ueda creían que el mundo era nuevo.
Como todos los chicos.
Porque ellos eran nuevos en el mundo. Tambíen, como todos los
chicos. Pero el mundo era ya muy viejo entonces, en el año 1945, y
otra vez estaba en guerra. Naomi y Toshiro no entendían muy bien qué
era lo que estaba pasando.
Desde que ambos recordaban, sus pequeñas vidas en la ciudad
japonesa de Hiroshima se habían desarrollado del mismo modo: en un
clima de sobresaltos, entre adultos callados y tristes, compartiendo con
ellos los escasos granos de arroz que flotaban en la sopa diaria y el
miedo que apretaba las reuniones familiares de cada anochecer en
torno a la noticia de la radio, que hablaban de luchas y muerte por
todas partes.
Sin embargo, creían que el mundo era nuevo y esperaban ansiosos
cada día para descubrirlo.
¡Ah... y también se estaban descubriendo uno al otro!
Se contemplaban de reojo durante la caminata hacia la escuela,
cuando suponían que sus miradas levantaban murallas y nadie más
que ellos podían transitar ese imaginario senderito de ojos a ojos.
Apenas si habían intercambiado algunas frases. El afecto de los dos
no buscaba las palabras. Estaban tan acostumbrados al silencio...

Si te gustó el comienzo segui leyendolo en BIBLIOTECA...